martes, 28 de julio de 2009

Necesitamos otro modelo económico para gestionar el planeta

Imaginar el nuevo modelo nos servirá para avanzar hacia él. ¿Cómo será un nuevo mundo, ecológica y socialmente sostenible?


Una economía material mucho más local

El gasto energético en transporte del actual modelo es insostenible. La alternativa, que la mayor parte de bienes y servicios consumidos en una determinada región sean producidos dentro de la misma.

Una alimentación más sana

Alimentos ecológicos y cercanos al consumidor. El consumo de carne y pescado deberá reducirse, ya que actualmente está a niveles insostenibles. Desde un punto de vista energético, nutricional y económico, es mucho más eficiente tener una alimentación principalmente vegetariana.

Poner los valores por delante de los precios

¿Realmente vale la pena pagar menos sin importarnos quién sufra las consecuencias en forma de salarios de miseria, contaminación...? En Estados Unidos y Europa el sufrimiento sicológico está ya a niveles epidémicos. Necesitamos una economía que ponga la ética por encima del dinero. Quizás la espiritualidad y los afectos tengan mucho que aportar a este respecto.

Una economía pacífica

Si el mundo apuesta por la paz, ello cambiaría completamente la estructura económica. El petróleo sería más caro si no se invadieran países para obtenerlo barato. La selva no podría destruirse para convertirla en pastos si los paramilitares no aterrorizaran a los indígenas que alli viven. Un mundo en paz es un mundo consciente.

Una economía 100% renovable

Hemos causado ya un daño considerable a la biosfera y a los recursos naturales que son patrimonio de las generaciones futuras. Debemos corregir el rumbo y empezar a vivir de forma 100% renovable. Hacerlo es posible.


Consumo consciente: una opción inteligente

Consumir conscientemente quiere decir interesarse por las consecuencias de nuestro acto de consumo: qué compramos, dónde y cómo ha sido producido... Se trata de conocer si nuestros hábitos de consumo están financiando prácticas ecológicas y socialmente responsables, o por el contrario, destructivas e irresponsables. ¿A dónde va nuestro dinero?

¿Es díficil el consumo responsable?

Para responder a esta pregunta primero hay que responder a otra pregunta: ¿es difícil consumir, es decir, comprar bienes y servicios? En realidad conlleva cierta complejidad, ya que deben realizarse tareas como elegir el lugar de compra, comparar precios, cantidades y calidades... Es decir, consumir lleva un cierto esfuerzo. Y, sin embargo, lo realizamos diariamente sin apenas percatarnos de ello.

Ahora bien, en nuestra sociedad se nos enseña a mirar el precio y determinadas características del producto, pero no se nos invita generalmente a conocer cómo ha sido producido. Consumo responsable es interesarse por las condiciones laborales, sociales y ambientales de nuestras elecciones de consumo. Y es posible, si dedicamos un tiempo a ello, si nos permitimos aprender, practicar y ser flexibles.

Si le dedicamos un poco de nuestra energía, podemos aprender a consumir de forma consciente y responsable.

El consumo consciente es además, una práctica personal poderosa, ya que se trata de observar cuánta satisfacción nos da cada acto de consumo, a nosotros y otras personas, a los animales involucrados y a la Naturaleza.

El consumo consciente es una parte de la vida consciente. Cada vez más personas deciden dar a sus vidas una dirección basada en sus propios criterios, en vez de limitarse a seguir la corriente.

Fuente: geocities.com

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